sábado, 22 de junio de 2013

Match Point (2005)

La película comienza con el personaje de Jonathan Rhys-Meyer (Chris, creo que se llama), que empieza a trabajar como profesor de tenis para sacarse un dinerillo. Ahí conocerá al hijo del jefe (creo que era) que se hacen muy buenos amigos y éste le presentará a su hermana una noche que lo invita a la ópera. Tras unos tonteos por aquí y por allá, comienzan a salir, aunque no parezca muy en serio.

Al poco, conoce en la casa de la novia, la churri del futuro cuñado, que es nada más y nada menos que la Johanson y, claro, con semejante pivón, cualquiera se enchocharía con ella, claro está. Y, como es evidente, se prenda de ella. Después de muchas miraditas en la que se comen vivos pues eso, que se lían pero ella no quiere saber más nada del tema porque está con el hermano de su novia y para ella sólo fue un desliz sin importancia.

Un día, el cuñado le anuncia al Rhys-Meyer (soy mala para los nombres, sí) que lo ha dejado con la Johanson (aquí es cuando más de uno habrá gritado: "WTF?? ¡¡TÍO, TÚ ERES GILIPOLLAS!! ¿Has dejado a la Johanson?" y esas cosas) porque se enamora de otra pava (qué queréis que os diga, prefiero a la rubia) que al final se casa con ella y la Johanson desaparece del mapa. Cosa que al Rhys-Meyer no le hace mucha gracia e intenta buscarla como sea, pero nada, que no hay manera.
Otro día, se la topa en un museo y ahí ella le da su número de teléfono (un poco forzado, porque estaba allí también la recién estrenada mujer del Rhys-Meyer y no era plan). Así que empiezan a verse y blablabla que si me tienes loco, blablabla, que si dejaré a mi mujer, blablabla (lo típico que sueltan los tíos casados a sus amantes, vamos). Y claro, ella acaba también pillada por él, de tal manera que se obsesiona. Y más cuando, un día, le suelta el bombazo de que está embarazada y lo amenaza con contárselo a su mujer si no la deja y eso (la pobre mujer, intentando quedarse embarazada y ésta, en un calentón, a la primera, anda que manda huevos la cosa, sí). Bueno, pues eso, que el Jonathan (jo, ha sonado a gitanillo), pensando en todo lo que podría perder por culpa de la tipeja esta (posición social, trabajo, su familia, blablabla)pues planea deshacerse de ella: vamos, matándola. Y para ello mata a la vecina (pobre, eso no me pareció justo, la verdad), haciendo parecer que todo ha sido un robo por drogas. Y cuando aparece la Johanson, pues le dispara para que pareciese que "pillaron al supuesto ladrón por sorpresa y se la quitó de en medio". Vamos, todo calculaíco el jodío. Lo que se dice un crimen perfecto, vaya.

Lo que el Rhys-Meyer no sabía era que la Johanson escribía un diario en el que suelta TODO y la policía se lo hace saber (aquí es cuando vemos cómo los huevillos del Rhys-Meyer se le ponen como corbata, sí), pero, les llora, les suelta el rollo de que va a ser papi (hasta me lo hubiese creído yo y todo) y lo dejan irse. Pero, mediante un sueño, el inspector de policía que lleva el caso, le desvela todo y piensa detenerlo, hasta que el compañero le dice que un anillo de la vieja apareció en el cadáver de un drogata que se ve que iba a venderlo y se salva el otro de ir a chirona.

No pude evitar descojonarme con esta última parte, porque de verdad, vaya giro de tuerca que le da Woody Allen al asunto. Uno pensando en la que le iba a caer, que no se iba a librar y.. resulta que se va de rositas.

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