lunes, 15 de julio de 2013

Desayuno con diamantes (1961)


La película comienza con Holly (Audrey Hepburn) saliendo de un taxi justo enfrente de la famosa y flamante joyería Tiffany's que, mientras observa con detenimiento el escaparate, saca, como quien no quiere la cosa y como si de lo más normal del mundo fuera, un croissant y se lo desayuna. Todo esto con su ya conocidísimo vestido negro con el collar de diamantes puestos.... vamos, más glamuroso no puede ser. ¡Como para manchárselo, vaya!

En fin, que nos desviamos. Resulta que Holly, nuestra protagonista, es una rompecorazones, ya que llega a su piso esquivando a un señor bastante adinerado que va algo borachín reclamando el amor de ésta y que ella rechaza a toda costa. La verdad es que no deja muy claro a qué se dedica Holly exactamente, pero da la sensación de que sea, algo así, como una señorita de compañía o una caza-recompensas de estas que sólo va con los hombres más ricos del país por eso mismo, por dinero. Y ella bien orgullosa que está de ello y ni lo niega, vaya.

Por otro lado tenemos a Paul (George Peppard), el nuevo vecino de arriba de Holly, el cual debe de abrir la puerta puesto que no le facilitaron aún las llaves y le pide que le preste un momento el teléfono. Para mí, esta es la escena más divertida de toda la película, o al menos una de ellas, porque no veas lo que me pude reír cuando ella de pone a buscar su teléfono y que no lo encuentra y se pone a rebuscar por todo su piso y va sacando cosas como unas zapatillas de ballet en el frigorífico hasta que da con lo que buscaba, su teléfono, que no estaba en otra parte mas que en una maleta. Y luego, más tarde, se pone a buscar un zapato y Paul lo encuentra en un frutero. Te quedas con cara de WTF?? ¿Cómo es posible eso? Y tampoco es que estuviera desordenado el piso, pero... la chica, que es una despistada de cuidado.

Más adelante nos enteramos de que Paul es escritor de poco éxito que, como Holly, también acepta algún dinero por parte de una ricachona que se encapricha de él. Pero claro, tanto tiempo pasar con la vecina de abajo, se encariña demasiado de ella que... pasa lo que tiene que pasar y se enamora de ella. Y mira que Holly es un tanto rarita, ya que, desde un principio, llama al pobre Paul como su hermano al que nunca ve, Fred, ya que le recuerda mucho a él.

Y un día, así, sin más, aparece un hombre, bastante basto y entrado ya en años (sus 40 tendría por lo menos) que resulta ser nada más y nada menos que el maridito de Holly, aunque el verdadero nombre de ésta es Lula Mae (vaya nombrecito, sí) y quiere llevársela al pueblo de donde es ella con él y sus hijos(bueno, no son de ella, pero imagino que los quiere como tal), pero evidentemente ella, finamente, le da puerta ya que la vida que tiene en Nueva York no es ni punto en comparación con la que tenía allí, en el pueblo.

Y bueno, Paul y Holly, poco a poco van conociéndose un poco más, haicendo locuras como entrar en una tienda y robar un par de caretas un tanto ridículas o grabar sus nombres en un anillo que salió de una bolsa de panchitos. Sinceramente esas escenas son bastante tiernas y ahí es cuando Holly se la ve que le está empezando a hacer tilín o más bien tolón Paul, pero como el pobre no tiene ande caerse muerto (o eso es lo que ella cree) pues le rechaza, ya que quiere casarse con un ricachuelo brasileiro (que es nada más y nada menos que José Luis de Villalonga).

Pero claro, como en toda historia de estas, siempre debe ocurrir algo para que la parejita principal acaben juntos, así que, a Holly le da un ataque de histeria al enterarse de que su hermano Fred ha muerto en la guerra y al brasileño esa actitud de ella no le gusta nada. Y también influyó en que ambos acabaron casi enchironados por un malentendido y al tiquismiquis del brasileiro no le hizo tampoco mucha gracia.
Y bueno, él en un arrebato le dice que la quiere y ella no se lo toma bien porque yo creo que no quiere reconocer que siente lo mismo y ambos acaban bajo la lluvia en busca del gato que ella acababa de abandonar (que nadie se asuste, que encuentran el gato y vuelve a ser feliz)y se dan su conocido beso bajo la lluvia que muchas otras películas romanticonas han imitado cientos de veces.

La verdad es que, personalmente, a mí Audrey y George me gustaron como pareja en esta película y que yo no hubiese puesto a ningunos otros para ser Holly y Paul. Y el toque de humor lo pone el gran Mickey Rooney que hace del Sr. Yunioshi, el vecino japonés de Holly y que siempre se está quejando por algo. 
También me encanta la relación que tiene Holly con el gato. No tiene ni nombre, ni siquiera es suyo, pero ambos son iguales, independientes, sin que nadie les moleste. La escena final, en el que Holly se pone a buscar a Gato, me parece adorable cuando le encuentra entre unas cajas calao hasta los huesos el pobre. Y cuando se besan, el pobre pone cara de que acaben ya que lo están espachurrando entre los dos.