sábado, 22 de junio de 2013

El Jovencito Frankenstein (1974)

La película comienza con una clase del doctor Frederick Frankenstein (el cual siempre está corrigiendo la pronunciación de su apellido, que insiste en que es "Fronkonstin") y ahí nos enteramos de que es nieto del famoso doctor Viktor Frankentein y que él asegura no estar tan loco como él. Y yo digo ¡JÁ! porque está tanto o más que su difunto abuelo. Tras la primera clase, en la que, con una demostración, un pobre anciano acaba con una patada en los.... ejem, innombrables, recibe una notificación de que ha heredado el castillo donde residía su abuelo y viaja hasta Transylvania. MUAJAJAJAJA 
Nada más llegar, le recoge en la misma estación, Igor (cuya pronunciación es "Aigor" por insistencia suya después de tener una discusión de borregos con el doctor sobre su pronunciación correcta de su apellido), un hombre algo extraño, cuya joroba no paraba de cambiarse de lado cada dos por tres, por no hablar de su inquietante... mirada. Allí conoce también a Inga, una atractiva mujer que... bueno, un poquillo sueltecilla sí que es. Al llegar al castillo, lo recibe Frau Noséqué (nombre alemán de esos, vaya), el ama de llaves y, al parecer, también amante del fallecido Viktor Frankenstein que, por cierto, qué mal gusto tenía el pobre, por Dios. 

Una noche, indagando por los pasadizos secretos del castillo, descubren el laboratorio y los libros de su abuelo, así que, tras pensárselo un poco, decide probar el experimento e intentar resucitar a un muerto. Así que profanan la tumba de un hombre que acaba de morir ahorcado y probar suerte con él. Frederick le pide a Igor que robe el cerebro de un genio, pero se asusta con un trueno (y con su reflejo en un espejo ¡manda huevos la cosa!) y rompe el tarro donde venía y, con él, el cerebro del genio. Así que coge otro, pero este no pertenecía a un genio precisamente, sino a alguien anormal, pero Igor se lo pasó por... la joroba y lo cogió igualmente. Cuando se disponen a resucitar al hombre, al principio parece que no funcionó, pero al rato se dan cuenta (por unos gemidos) de que sí que funcionó el experimento. Pero el hombre es tosco, agresivo y, lo que es peor, no habla, solo gruñe.

Y una vez que Frankenstein consigue... ¿domar? ¿disciplinar? lo que sea... a la bestia, lo presenta ante la sociedad en una especie de espectaculo, que a mí me encantó, porque cantan y bailan claqué como si tal cosa. Pero la cosa sale mal cuando prende uno de los focos un poco de fuego y el monstruito la lía un poco parda, sí. Y, bueno, luego los policías toca-pelotas de turno, ven que es un peligro para todos y quieren deshacerse de la pobre bestia. Menos mal que consigue escapar, que si no... mientras tanto, la novieta pija y tiquismiquis de Ferederick le sorprende llegando al castillo sin apenas avisar, qué casualidad, justo cuando se acababa de trincar a Inga, vaya y nuestro monstruito, decide regresar también al castillo y la secuestra. Al principio no sabía qué es lo que le iba a hacer, peeeero, joder, que el pobre monstruito lo que quería era mandaca de la buena y joder que si se la da, como que acaban fumándose un cigarrito y todo, vaya.... 

El caso es que, como Frederick quiere que su bestia tenga algo de cerebro, hace otro experimento y es pasarle su sabiduría. Y, justo en ese momento, llegan los policías o guardias o lo que sea, con toda la gente del pueblo que quería derrotar al monstruito, pero al entrar, se levanta y le dice que a todos que lo único que el doctor quería, era darle una vida un poco mejor (todo muy conmovedor, vaya), así que a todos se le ablanda el corazoncito y ya no quieren hacerle daño.

Y, al final, pues todos tienen un final feliz: Frederick se casa con Inga (quien descubre qué es lo que le pasó la bestia en el experimento... ejem, nanana yo no digo más)y el monstruito se casa con Elizabeth, la ex-novia de Frederick. Y todos contentos y felices y comieron perdices. 

No hay comentarios :

Publicar un comentario